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Los primeros que leyeron esta carta de Pedro estaban familiarizados con el sufrimiento y la persecución debido a su lealtad a Cristo. Pero advirtió que algo nuevo sucedería pronto: el “fuego de prueba” de la persecución oficial estaba a punto de empezar. Nosotros podemos esperar sufrir por nuestra fe, pero también podemos tener esperanza.
“Como creyentes podemos vivir en uno de tres niveles. Podemos devolver mal por bien, que es el nivel satánico. Podemos devolver bien por bien, o mal por mal, que es el nivel humano; o podemos devolver bien por mal, que es el nivel divino.” (Page 77)
“Unidad no quiere decir uniformidad; quiere decir cooperación en medio de la diversidad.” (Page 76)
“Lo importante que debemos saber en cuanto a estos ‘expatriados de la dispersión’ es que estaban atravesando un tiempo de sufrimiento y persecución. Por lo menos quince veces en esta carta Pedro se refirió al sufrimiento; y usó ocho palabras diferentes para hacerlo. Algunos de esos creyentes sufrían porque estaban viviendo vidas santas y haciendo lo bueno y correcto (1 Pedro 2:19–23; 3:14–18; 4:1–4, 15–19). Otros sufrían reproche por el nombre de Cristo (1 Pedro 4:14) y los hostigaban los incrédulos (1 Pedro 3:9–10). Pedro escribió para animarlos a ser buenos testigos ante sus perseguidores, y recordarles que su sufrimiento los llevaría a la gloria (1 Pedro 1:6–7; 4:13–14; 5:10).” (Pages 5–6)
“La esperanza confiada que tenemos en Cristo nos da el estímulo y la capacitación que necesitamos para la vida diaria. No nos pone en una mecedora en donde plácidamente esperamos el regreso de Cristo. Más bien, nos pone en la plaza y el mercado, en el campo de batalla, en donde continuamos avanzando cuando las cargas son pesadas y las batallas son duras. La esperanza no es un sedativo; es una inyección de adrenalina, una transfusión de sangre. Como un ancla, nuestra esperanza en Cristo nos estabiliza en las tormentas de la vida (Hebreos 6:18–19); pero a diferencia de un ancla, nuestra esperanza nos lleva hacia delante, y no nos detiene.” (Page 9)