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El objetivo de la consejería es que las personas cambien. Basado en las enseñanzas de 2a Timoteo 3:16, Jay Adams desarrolla un procedimiento bíblico de la consejería en cuatro pasos para provocar un cambio que honre a Dios y ayude a otros. Este libro proporciona una guía bíblica para efectuar esa clase de cambio y presenta formas de aplicación diaria.
“Si una pareja persiste en una relación incorrecta con Dios, no puede mantener por mucho tiempo una relación correcta hacia el otro. A la inversa, las malas relaciones no resueltas del uno hacia el otro descartan una buena relación con Dios.” (Page 4)
“De lo que estamos hablando como cristianos es de un cambio que vaya más allá de cambios mínimos o secundarios en el comportamiento de la persona. El cambio superficial que ofrecen los consejeros seculares no funcionará. El cambio sustancial requiere que el Espíritu Santo cambie el corazón (la vida interna de una persona conocida solamente por Dios y ella misma). Los cambios externos de cualquier importancia deben comenzar allí. Cualquier cosa menor a esto es una visión de cambio no bíblica e inadecuada.” (Page xiv)
“No importa qué tan diferentes sean sus dogmas, todos los consejeros – incluyendo los cristianos – están de acuerdo en que el objetivo de la consejería es que las personas cambien. El cambio – ya sea en pensamiento, sentimiento, conducta, actitud, sensibilidad, conocimiento o comprensión del aconsejado – es la meta de toda consejería.” (Page xiii)
“El consejero cristiano debe ministrar la Palabra de Dios de una manera tal que transforme la vida, de tal forma que Dios mismo cambie al aconsejado – del corazón hacia afuera. El ministerio del consejero es un ministerio no de reforma sino del evangelio, que siempre es un ministerio de transformación.” (Page 6)
“Refrenar el mal no es lo mismo que promover el bien.” (Page 6)