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En medio de un mundo tan complejo como el nuestro, el hombre no renuncia a buscar la clave oculta que le permita resolver los problemas y encontrar la seguridad que necesita. No importa cuanto avance la ciencia o la tecnología, el ser humano tiene sed insaciable de conocer las fuerzas que determinan su vida. Por lo que no podemos separar la búsqueda de lo oculto de esa ansia irreprimible por descubrir el sentido transcendental de nuestra existencia. Las grandes cuestiones -¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos?, ¿quienes somos?- son buenas preguntas, a las que todos debemos enfrentarnos. El espíritu humano lucho ante esa terrible ignorancia que padece, con un fuerte sentimiento de impostencia e indefensión. ¿Cómo poder cambiar las circunstancias de la vida?, ¿qué hacer ante la fragilidad de de una realidad fácilmente desgarrada por un duro golpe de la muerte?
“En cuarto lugar, tenemos que ser siempre conscientes del peligro de caer en especulaciones sobre un mundo espiritual, del que la Biblia no habla demasiado.” (Page 67)
“históricamente este fenómeno tenemos que entender que sus raíces actuales no están en” (Page 17)
“En segundo lugar, siempre está el peligro de apelar demasiado a Satanás y los demonios, para excusar el mal que nosotros hacemos. La débil naturaleza humana cae rápido en la tentación de negar nuestra responsabilidad, cuando hacemos cosas o tenemos actitudes que no debiéramos.” (Page 67)
“En primer lugar, hay un creciente miedo, que llega hasta la paranoia, al exagerar el poder del diablo y los espíritus malos. La enseñanza bíblica claramente subordina el poder del mal a Dios y enfatiza la victoria de Cristo sobre todos sus adversarios, visibles e invisibles.” (Page 66)
“El diablo lleva diciendo desde el principio que nos libraremos del mal, si nos entregamos a él, pero en realidad lo que hace es anastesiar nuestra conciencia. Sus palabras suenan bien, y siguen atrayendo a todo aquel que se siente desesperado, al descubrir como Crowley, que no puede dominar sus pasiones. Es por eso que el satanismo nace de la Iglesia, y no del mundo ateo, porque es una expresión de apostasía, no de ignorancia.” (Pages 61–62)