Digital Logos Edition
Jesucristo era verdaderamente Dios y verdaderamente hombre -y como hombre fue estrictamente de su tiempo, habiendo crecido en el seno de las costumbres sociales, dentro de un hogar religioso, con hermanos, amigos y compañeros, y trabajó con otros como carpintero-. Como tal, anduvo en conformidad a los tiempos en que vivió. Habló y enseñó a la manera de entonces. Sin embargo, se dijo de Él: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”
El propósito de este libro es describir el período y las circunstancias en que Cristo vivió, para que el lector pueda ver más claramente lo que sucedía en aquel tiempo, entrar en sus ideas, familiarizarse con sus hábitos, modos de pensamiento, su enseñanza y culto. No sólo da al lector un mejor entendimiento de muchas de las expresiones y alusiones en el Nuevo Testamento, sino que presenta nuevas evidencias de la veracidad de la historia y una percepción de las enseñanzas de Jesucristo en contraste con las de sus contemporáneos.
Este libro transporta al lector a la sociedad civil ordinaria de Palestina durante la época de Cristo. Lo lleva a mezclarse codo con codo con los hombres y mujeres de aquel período, para verlos en sus hogares y familias, para aprender sus hábitos y maneras de hacer, y para seguirlos en su vida ordinaria. Esta obra es la de un detallista erudito, pero se presenta con un estilo popular y legible, y añadirá significación, colorido y profundidad espiritual a las palabras y acontecimientos del Nuevo Testamento.
“Un pueblo podía ser «grande» si tenía una sinagoga, o «pequeño» si carecía de ella; y la existencia de la sinagoga dependía de que residieran allí al menos diez hombres con los que pudiera contarse para que hubiera quorum para el culto en la sinagoga (los llamados Batlanin2); porque no se podía celebrar un servicio con menor número de varones.” (Page 108)
“Se debe mencionar que en la boda de Caná no se hace mención de «los amigos del novio», o, como diríamos nosotros, los acompañantes del novio. Ello era en estricto acuerdo con la costumbre judía, porque los amigos del novio era costumbre en Judea, pero no en Galilea (Cheth. 25 a).” (Pages 169–170)
“En Jerusalén nadie debía considerar su casa como sólo suya propia; y se decía que durante las festividades de los peregrinos, nadie carecía de una cordial bienvenida.” (Page 68)
“Que su sangre ardiente los hacía más bien pendencieros, y que vivían en un estado crónico de rebelión contra Roma, son cosas que sabemos no sólo gracias a Josefo, sino también por el Nuevo Testamento (Lc. 13:2; Hch. 5:37). Su hebreo mal pronunciado, o más bien la incapacidad que tenían para pronunciar de manera apropiada las guturales, eran un constante tema de ingenio y burla, y era tan común que hasta los siervos en el palacio del sumo sacerdote pudieron dirigirse a Pedro y decirle: «De seguro que tú también eres uno de ellos, porque hasta tu manera de hablar te descubre» (Mt. 26:73), comentario que, de pasada, ilustra el hecho de que el lenguaje comúnmente empleado en tiempos de Cristo en Palestina era el arameo, no el griego.” (Page 60)
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