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En la sociedad actual, la imagen de los líderes cada vez está más deteriorada. Continuos casos de corrupción, inmoralidad o egoísmo hacen que la población tenga una visión negativa sobre aquellos que lideran. Tristemente, esta situación empieza a ser cada vez más común incluso dentro del liderazgo de la iglesia, lo que conlleva catastróficas consecuencias con repercusión eterna.
Esta colección será de gran utilidad para aquellos que se encuentran en un papel de liderazgo, o que aspiran a tenerlo. En sus títulos se analiza el corazón de tres temas de total actualidad que cualquier líder cristiano se tendrá que confrontar y vencer: el poder del evangelio, la corrupción y la moralidad sexual.
No es sólo de gran importancia estar preparado para aconsejar sobre estos tópicos a miembros de las congregaciones, sino que hoy es más necesario que nunca que los líderes cristianos estén preparados para confrontar estos problemas, y que no fallen en ellos como tantos otros lo han hecho ensuciando el nombre del evangelio.
Como pastores debemos estar conscientes de la sequedad espiritual en la que se encuentra una persona que no tiene a Cristo, y el poder refrescante que tiene la Palabra de Dios para calmar la sed espiritual de un alma perdida. El evangelio contiene buenas noticias. Cuando una persona las escucha y recibe, ellas producen un cambio radical en la vida de esa persona; de la misma manera que el agua produce un cambio al caer sobre un terreno desértico.
En el mundo en el que abundan políticos corruptos, predicadores pillos, y codiciosos gerentes de empresas, es difícil hallar un buen modelo de liderazgo, ¿verdad? Los manuales de “cómo hacerlo” nos lanzan incontables consejitos sobre cómo lograr hacer la tarea, pero pocos hablan del corazón de un dirigente.
En lugar de dejarnos ganar por el descreimiento, o que flaquee nuestra integridad, los creyentes en cargos de liderazgo debemos alejar del mundo la atención y dirigirla de nuevo a la Palabra de Dios. Allí podemos hallar la perspectiva correcta sobre el liderazgo piadoso mediante principios prácticos y ejemplos personales.
Sintiéndose atrapados en una vida de hipocresía, muchos ven la pureza sexual como algo inalcanzable. Otros todavía cautivos por el pecado, andan en busca de libertad, pero no pueden encontrarla aunque lo deseen desesperadamente. Muchos otros tienen la certeza de que la impureza sexual nunca les alcanzará. El rey David pensaba eso también. Él nunca planeó fallar sexualmente.
En tiempos como estos aprendemos mejor mediante el ejemplo. ¿Cómo pudo José, que estuvo en circunstancias similares a David, permanecer fiel? ¿Cómo podemos nosotros tomar el control y prevalecer por encima del pecado? ¿Podemos cultivar la pureza en medio de un mundo impuro?
¡Sí! Dios ha provisto la manera de hacerlo. Comience a cultivarla a partir de hoy.
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Ingmar Mencos
1/14/2021
Pastor Dr. Jesús A. Semidey Cepeda
5/13/2020
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