Digital Logos Edition
La Academia de la Lengua define el término «falacia» como fraude o mentira, pero en el presente libro la idea de falacia, en relación al pensamiento y a la lógica, se entiende como un patrón de razonamiento malo que aparenta ser bueno, que contiene un error y conduce a una conclusión falsa, sin que haya en ello, forzosamente, intencionalidad de parte del intérprete, que más bien suele convertirse en la primera víctima de su propio engaño.
Las «falacias exegéticas» en la interpretación de la Escritura están muy extendidas en nuestra costumbre de acudir a la Biblia en busca de apoyos a conceptos particulares previamente establecidos, en lugar de acercarnos a ella con mente abierta para escudriñar y descubrir la verdad. De ahí el refrán popular advirtiéndonos que “un texto fuera de su contexto es un pretexto”.
Esta actitud, tan común como equívoca y lamentable, es la que el autor denuncia y combate abiertamente en las páginas de este libro. Su tesis gira en torno a una interpretación crítica de las Escrituras, que aporte la justificación léxica, gramatical, cultural, teológica, histórica, geográfica, o de cualquier otra índole sobre el texto, y situarla por encima, tanto de las opiniones personales arbitrarias, como de la autoridad absoluta que se atribuyen a veces algunos líderes invocando para ello dotes cuestionables de iluminación o fuentes especiales de revelación divina.
A lo largo de la obra, D.A. Carson trata las falacias más significativas:
“Este estudio es importante porque las falacias exegéticas son desgraciadamente muy frecuentes entre nosotros, los que por gracia de Dios tenemos la responsabilidad de proclamar fielmente la Palabra de Dios. Si cometemos un error al interpretar una de las obras de Shakespeare, o no medimos bien un verso de Spencer, es poco probable que esto acarree consecuencias eternas; pero no podemos aceptar una negligencia semejante en la interpretación de las Escrituras. Estamos hablando de los pensamientos de Dios: estamos obligados a hacer todo lo posible para entenderlos bien y explicarlos con claridad. Por lo tanto, resulta sorprendente comprobar que en los púlpitos evangélicos, donde se veneran oficialmente las Escrituras, con frecuencia y de forma inexcusable se producen estos descuidos.” (Pages 21–22)
“A riesgo de hacer una disyunción muy simplificada, diré que la exégesis se preocupa realmente de interpretar el texto, mientras que la hermenéutica se preocupa de la naturaleza del proceso interpretativo. La exégesis concluye diciendo: ‘Este pasaje significa esto y esto’; la hermenéutica termina diciendo: ‘El proceso interpretativo está constituido por las siguientes técnicas y presuposiciones’. Las dos cosas están relacionadas, obviamente. Pero aunque la hermenéutica es una disciplina importante por sí misma, lo ideal es que no sea nunca un fin en sí misma: está al servicio de la exégesis.” (Page 31)
“La ignorancia puede ser una dicha, pero no es una virtud.” (Page 29)
“Simplemente estoy diciendo que el significado de una palabra no puede determinarse de forma fidedigna por la etimología, o que cuando identificamos una raíz, ésta siempre vaya a proyectar cierta carga semántica a la palabra que la incorpora.” (Page 38)
5 ratings
Elvindowski
12/24/2021
Lourdes Goveo
8/11/2021
Mario Raul Castañeda Porras
8/19/2020
Francisco Pina
11/4/2019