Los que conocen La Institución de la Religión Cristiana por Juan Calvino, agradecerán esta obra que arroja luz sobre su pensamiento exegético, el cual forma la base de su teología. Para quienes estudian al Reformador, es importante recordar que Calvino hizo comentarios de casi todos los libros de la Biblia. Su teología sistemática, sus sermones, sus otras obras y sus cartas tenían como fundamento un trabajo tanto panorámico como detallado. Calvino es uno de aquellos pocos autores que trascienden los tiempos.
Este comentario sobre 2da. de Pedro y Judas trata varios temas de especial importancia para la Iglesia de hoy. Falsos apóstoles, falsos hermanos, mercaderes en el templo de Dios: así de vigente son las denuncias de estas dos Epístolas comentadas magistralmente por Juan Calvino. Calvino enfrentó a todos estos falsificadores en su tiempo, y conociendo que la Palabra de Dios es eterna presentamos estas obras en la lengua de Cervantes para que nos mantengamos firmes "en la fe que una vez fue dada a los santos"
“El plan es mostrar que aquellos que alguna vez han profesado la verdadera fe en Cristo, han de responder a su llamado hasta el fin.” (Page 8)
“Pues el que perdona pecados, lo hace porque los borra por medio del arrepentimiento y la fe. Por lo tanto él no se reconcilia de otra manera con nosotros sino al justificarnos; pues hasta que el pecado no sea quitado, habrá siempre ocasión de discordia entre nosotros y Él.” (Pages 52–53)
“Entonces, aquellos que no se esfuerzan por una vida pura y santa, no entienden ni siquiera los primeros rudimentos de la fe.” (Page 22)
“Creo que virtud significa una vida honesta y correcta; pues no es ἐνεργεια, energía o coraje, sino ἀρετὴ, virtud, bondad moral. Conocimiento es lo que se necesita para actuar con prudencia; pues después de haber mencionado un término general, menciona algunos de los atributos principales de un cristiano. Fraternidad, φιλαδελφία, es afecto mutuo entre los hijos de Dios. Amor es más amplio, pues abraza a toda la humanidad.” (Page 20)
“Nuestras mentes no pueden concebir suficientemente la grandeza de la gracia de Dios, que se hizo nuestro, para que todas sus cosas de alguna manera llegasen a ser nuestras cosas. Por lo tanto este solo pensamiento ha de ser abundantemente suficiente para hacernos renunciar al mundo y llevarnos por lo alto hasta el cielo. Señalemos entonces que el fin del evangelio es conformarnos a Dios, y, por así decirlo, deificarnos.” (Pages 16–17)
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